Al parecer, los cincuenta son los únicos años que celebran. Creen que a los cincuenta dejamos de ser adolescentes y comenzamos a ser jóvenes adultos. Los adultos se distinguen de los adolescentes no por lo que dejan de hacer, sino por lo que comienzan a hacer: transmitir conocimiento.
No creo que corra sangre cherokee por mis venas (aunque sí es verdad que por ahora no tengo ninguna gana de dejar de hacer nada) y menos aún que tenga conocimiento como para transmitir, pero lo que sí es un hecho es que ya he pasado los 50 y, tal vez por eso, cada vez me llaman más para dar talleres, y parece que no faltan personas interesadas. Por ello, he incluído un enlace en este blog (ver en la columna de la derecha) en el que, además de dar una visión general de lo que supone para mí un taller, intentaré informar puntualmente de los talleres futuros. Espero que sea útil tanto para quienes estén interesados en hacer alguno, como para aquellos que tan generosamente me invitan a darlos.